Sabiduría Perenne






Historia corta de Idries Shah: El río

Había una vez dos monjes Zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio.
Cuando llegaron al río, una mujer lloraba en cuclillas cerca de la orilla. Era joven y atractiva.
–¿Qué te sucede? – le preguntó el más anciano.
Mi madre se muere.
–Ella está sola en su casa, del otro lado del río y yo no puedo cruzar. Lo intenté – siguió la joven–, pero la corriente me arrastra y no podré llegar nunca al otro lado sin ayuda… Pensé que no la volvería a ver con vida. Pero ahora… ahora que aparecisteis vosotros, alguno de los dos podrá ayudarme a cruzar…


–Ojalá pudiéramos –se lamentó el más joven–. Pero la única manera de ayudarte sería cargarte a través del río y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto. Está prohibido… lo siento.
–Yo también lo siento –dijo la mujer y siguió llorando.
El monje más viejo se arrodilló, bajó la cabeza y dijo:
–Sube.
La mujer no podía creerlo, pero con rapidez tomó su atadito con ropa y montó a horcadas sobre el monje.
Con bastante dificultad el monje cruzó el río, seguido por el otro más joven.
Al llegar al otro lado, la mujer descendió y se acercó en actitud de besar las manos del anciano monje.
–Está bien, está bien –dijo el viejo retirando las manos–, sigue tu camino.
La mujer se inclinó en gratitud y humildad, tomó sus ropas y corrió por el camino al pueblo. Los monjes, sin decir palabra, retomaron la marcha al monasterio….. Faltaban aún diez horas de caminata.
Poco antes de llegar, el joven le dijo al anciano:
–Maestro, vos sabéis mejor que yo de nuestro voto de abstinencia.
No obstante, cargaste sobre tus hombros a aquella mujer todo el ancho del río.
–Yo la llevé a través del río, es cierto, ¿pero qué pasa contigo que la cargas todavía sobre tu cabeza?




El regalo

«Buda estaba trasmitiendo sus enseñanzas a un grupo de discípulos cuando un hombre se le acercó e insultó, con intención de agredirlo. Ante la expectación de los allí presentes, Buda reaccionó con absoluta tranquilidad, quedándose quieto y en silencio.
Cuando el hombre se fue, uno de los discípulos -indignado por tal comportamiento-, preguntó a Buda por qué había dejado que aquel extraño lo maltratara de ese modo.
Buda respondió con serenidad: «si yo te regalo un caballo pero no lo aceptas, ¿de quién es el caballo?». El alumno, tras dudar un instante, respondió: «Si no lo aceptase, seguiría siendo tuyo».
Buda asintió y le explicó que, aunque algunas personas decidieran gastar su tiempo regalándonos insultos, nosotros podíamos elegir si queríamos aceptarlos o nocomo haríamos con cualquier otro regalo.»Si lo coges, lo aceptas, y si no, el que te insulta se queda con el insulto en sus manos».»



La parábola del fariseo y el publicano
Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo. Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios ten compasión de mí que soy un pecador. Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado"
(Lc).






Sendas diferentes

—Tú eres un gran místico —le dijo uno de sus pupilos a Nasrudín—, y sin duda sabrás por qué los hombres siguen sendas diferentes a lo largo de su vida, en vez de seguir todos una única senda.
—Sencillo —contestó el maestro—. Si todo el mundo siguiera la misma senda, todos acabaríamos en el mismo lugar; el mundo, perdido el equilibrio, se inclinaría, y todos nos caeríamos al océano. 




ENSEÑANZAS DE LOS INDIOS HOPI

VERDAD Y SABIDURÍA
-La verdad y la sabiduría deben ser buscadas siempre. Tampoco se consiguen fácilmente. Si en un primer momento, el profesor le ignora... ¡Pregunte de nuevo!
Todos los maestros de la sabiduría van a sucumbir al estudiante apasionado. Exigir el derecho al conocimiento, es decir que usted me proporciona esto a mí. Solicitar conocimiento es mostrar respeto por la sabiduría, y perseguir el saber es mostrar pasión por la verdad. En la vida, no hay derechos, únicamente privilegios).
Al contrario del poder, la verdad busca salir a la luz. No se esconde, es escondida por aquellos que desean que se mantenga oculta. Verdad y Poder son herramientas a ser utilizadas. No son fines en sí mismos.
El poder puede cubrir o descubrir la verdad... La verdad sólo puede descubrir el poder, el poder puede conducir a la verdad... La verdad siempre lleva al poder. La sabiduría es saber cómo utilizar ambos...
PASIÓN:
Con el fin de perseguir su pasión, primero debe reconocer su pasión. Las siguientes directrices le ayudarán a identificar su pasión:
-SU PASIÓN siempre le hacer sentir en el fuego.
-SU PASIÓN siempre hace que el tiempo desaparezca (cinco horas parecen siempre cinco minutos)
-SU PASIÓN ocupa la mayor parte de sus pensamientos de vigilia.
-SU PASIÓN lo fuerza a la acción, no puede sentarse.
-SU PASIÓN es algo para lo que usted siempre encuentra tiempo.

CONCIENCIA:  

Hay tres partes de la conciencia:

1. El espíritu Interior o la Pasión

2.El Ser Exterior o el Cuerpo.

3.El Espíritu Exterior o lo Espiritual.

Dominar el yo interior primero, el yo físico en segundo lugar, entonces y sólo entonces, puede ser conquistado lo espiritual).

¿Cómo podemos dominar la más compleja experiencia fuera del cuerpo, si no podemos parar de comer? ¿Cómo podemos parar de comer, si no tenemos la pasión o la disciplina para lograrlo?

Todas las enseñanzas espirituales requieren el dominio del espíritu. Desarrollo o crecimiento, es siempre hacia afuera, no hacia dentro. El dominio del Espíritu Interior o la Pasión es primero, el dominio del cuerpo físico le sigue; el dominio de lo espiritual es el paso final. Aquellos que le dan vuelta al orden encontrarán su desarrollo moviéndose hacia el interior y cayéndose en sí mismo.

La Pasión es el secreto de todas las cosas. Domine esto y todas las cosas han de ser reveladas a usted.




Cuento hindú: El eremita astuto





Era un eremita de muy avanzada edad. Sus cabellos eran blancos como la espuma, y su rostro aparecía surcado con las profundas arrugas de más de un siglo de vida. Pero su mente continuaba siendo sagaz y despierta y su cuerpo flexible como un lirio. Sometiéndose a toda suerte de disciplinas y austeridades, había obtenido un asombroso dominio sobre sus facultades y desarrollado portentosos poderes psíquicos. Pero, a pesar de ello, no había logrado debilitar su arrogante ego.
La muerte no perdona a nadie, y cierto día, Yama, el Señor de la Muerte, envió a uno de sus emisarios para que atrapase al eremita y lo condujese a su reino. El ermitaño, con su desarrollado poder clarividente, intuyó las intenciones del emisario de la muerte y, experto en el arte de la ubicuidad, proyectó treinta y nueve formas idénticas a la suya. Cuando llegó el emisario de la muerte, contempló, estupefacto, cuarenta cuerpos iguales y, siéndole imposible detectar el cuerpo verdadero, no pudo apresar al astuto eremita y llevárselo consigo. Fracasado el emisario de la muerte, regresó junto a Yama y le expuso lo acontecido.
Yama, el poderoso Señor de la Muerte, se quedó pensativo durante unos instantes. Acercó sus labios al oído del emisario y le dio algunas instrucciones de gran precisión. Una sonrisa asomó en el rostro habitualmente circunspecto del emisario, que se puso seguidamente en marcha hacia donde habitaba el ermitaño. De nuevo, el eremita, con su tercer ojo altamente desarrollado y perceptivo, intuyó que se aproximaba el emisario. En unos instantes, reprodujo el truco al que ya había recurrido anteriormente y recreó treinta y nueve formas idénticas a la suya.
El emisario de la muerte se encontró con cuarenta formas iguales.
Siguiendo las instrucciones de Yama, exclamó:
–Muy bien, pero que muy bien. ¡Qué gran proeza! – Y tras un breve silencio, agregó–: Pero, indudablemente, hay un pequeño fallo.
Entonces el eremita, herido en su orgullo, se apresuró a preguntar:
–¿Cuál?
Y el emisario de la muerte pudo atrapar el cuerpo real del ermitaño y conducirlo sin demora a las tenebrosas esferas de la muerte.

*El Maestro dice: El ego abre el camino hacia la muerte y nos hace vivir de espaldas a la realidad del Ser. Sin ego, eres el que jamás has dejado de ser.





La importancia del bosque
Todos los maestros dicen que el tesoro espiritual es un descubrimiento solitario.
¿Entonces por qué estamos juntos? -preguntó uno de los discípulos a Nasrudin, el maestro sufi.
Ustedes están juntos porque un bosque siempre es más fuerte que un árbol solitario -respondió Nasrudin-. El bosque mantiene la humedad del aire, resiste mejor a un huracán, ayuda a que el suelo sea fértil.
-Pero lo que hace fuerte a un árbol es su raíz. Y la raíz de una planta no puede ayudar a otra planta a crecer.
-Estar juntos en un mismo propósito, es dejar que cada uno crezca a su manera; éste es el camino de los que desean comulgar con Dios.





“La morada de Dios”. Menajem Mendel de Kotzk
¿Cuál es la morada de Dios?
Con esta interrogación sorprendió el rabí de Kotzk a un grupo de eruditos que lo visitaban en cierta oportunidad. Ellos rieron y dijeron: “¡Vaya una pregunta¡ ¿Acaso su gloria no llena el mundo entero?” Entonces el rabí respondió a su propia cuestión:
“Dios mora donde el hombre le permite entrar”.




Relato africano iniciático peul conocido como "Njeddo Dewal"

Antes de la creación del mundo, antes del comienzo de todas las cosas, no había nada, sino un Ser. Este Ser era un Vacío sin nombre y sin límite, pero era un Vacío vivo, que potencialmente incubaba en sí la suma de todas las existencias posibles. El tiempo infinito, intemporal, era la residencia de este Ser-Uno. Se dotó de dos ojos. Los cerró y fue engendrada la noche. Los volvió a abrir y nació el día. La noche se encarnó en Lewru, «la Luna». El día se encarnó en Na’ngué, «el Sol». El Sol se casó con la Luna y procrearon a Dumunna, «el Tiempo temporal divino». Dumunna le preguntó al Tiempo infinito con qué nombre quería que lo invocara. Éste respondió “Llámame Gueno, el Eterno”.
Gueno quería ser conocido. Quería tener un interlocutor.Entonces creó un Huevo maravilloso con nueve dimensiones, e introdujo en ellas los nueve estados fundamentales de la existencia. Después confió el Huevo al Tiempo temporal Dumunna: "Incúbalo con paciencia, le dijo, y de él saldrá lo que saldrá". Dumunna incubó el huevo maravilloso y lo llamó Botchio´ndé. Cuando el Huevo Cósmico se abrió, nacieron veinte seres fabulosos que constituyeron la totalidad del Universo visible e invisible, la totalidad de las fuerzas existentes y de todos los conocimientos posibles.
Pero, desgraciadamente, ninguna de estas veinte criaturas fabulosas se reveló apta para convertirse en el interlocutor que Guenó había deseado para Sí mismo. Entonces, tomó una parte de cada una de las veinte criaturas existentes. Las mezcló y luego, al insuflar en esta mezcla una chispa de su propio aliento ígneo, creó un nuevo ser: Neddo, el Hombre... (El Ser Humano)
Síntesis de todos los elementos del universo, los superiores y los inferiores, receptáculo por excelencia de la Fuerza suprema, al tiempo que la confluencia de todas las fuerzas existentes, buenas o malas, Neddo, el Hombre primordial, recibió como herencia una parte de la potencia creadora divina, el don del Espíritu y de la Palabra. Guéno enseñó a Neddo, su interlocutor, las leyes según las cuales todos los elementos del cosmos fueron formados y continúan existiendo. Lo instauró como Guardián y Administrador de su universo y le encargó que mantuviera la armonía universal. Éste es el motivo por el cual es duro ser Neddo.





RELATO DE LAS MUJERES BEREBER

"En los umbrales de los tiempos, sólo existía el día y era cuando las hijas de Lilith eran iguales a los hijos de Adán.
No existía la noche ni su oscuridad. El tiempo nunca se apagaba y el placer de vivir jamás dormía.
Un día, los hijos de Adán quisieron ir lejos, a buscar lo desconocido... Caminaron durante días.
Agotados, cerraron sus ojos y conocieron la noche, con sus pesadillas. Desde entonces, los hijos de Adán no tienen luz necesaria en sus ojos para ver nítidamente a las hijas de Lilith.
Si el cansancio no fuera mayor que la ilusión por la vida, tal vez las noches dejarían de llorar estrellas para iluminar la ceguera y, tal vez, los hijos de Adán sabrían descubrir nuevamente el placer de la vida, acompañados con las hijas de Lilith".



CONTINUARÁ...








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